Neutralidad entre causas

Si tenemos una motivación por conseguir tener el mejor impacto posible en el mundo, hemos de mantener una posición neutral entre causas. Es decir, el único factor para preferir una causa a otra debe radicar en el potencial que pueda tener la acción en tal causa de cara a maximizar resultados. Aunque esto parezca razonable, muchas personas favorecen ciertas causas frente a otras. Esto puede deberse a motivos muy distintos.

Hay personas que, simplemente, no tienen la información necesaria para tomar decisiones informadas al respecto. Otras, simplemente, no tienen la ocasión de reflexionar sobre estas cuestiones, y dan por asumido que cualquier manera de ayudar es positiva. Por último, muchas personas tienen diferentes sesgos que les llevan a tomar decisiones que no optimizan los resultados que podrían obtener. Esto va en contra de la búsqueda de los mejores efectos, con lo que los resultados obtenidos acaban siendo mucho menos positivos que los que habría sido posible lograr mediante otras causas.

Actitudes parciales que impiden lograr los mejores resultados

Entre estas actitudes, que llevan a que se obtengan resultados peores al intentar conseguir una situación peor debido a la falta de neutralidad, se incluyen las que siguen:

  • Parcialidad frente a ciertas causas. Algunas personas sienten una mayor simpatía por una causa que por otra por razones relativas no al mayor impacto de esta, sino a su implicación en ella, por formar parte de un colectivo al que esta beneficia, por simples preferencias personales o por otros motivos distintos.
  • Prejuicios cognitivos. Hay quien puede pensar que ciertas causas son preferentes debido a errores de evaluación causados por prejuicios cognitivos. Incurrimos en este error, por ejemplo, cuando pensamos que una causa es más importante debido a que la mayoría de la gente lo piensa así. O cuando lo pensamos simplemente porque siempre lo hemos creído así (aunque haya evidencias que, si pensásemos racionalmente, nos llevarían a concluir lo contrario). O cuando pensamos que ciertas causas son importantes porque se enfrentan a problemas muy visibles, mientras que otras menos visibles pero igualmente o más relevantes no reciben nuestra atención. También constituye un sesgo cognitivo la incapacidad para comparar correctamente distintas magnitudes de daño cuando son muy grandes. O la confusión entre aquello que deseamos que suceda y aquello que es previsible que se dé. O la creencia de que nuestras experiencias representan el conjunto de lo que sucede. O la creencia de que aquellas causas acerca de cuyas posibilidades de éxito hay bastante incertidumbre no merecen la pena, a pesar de que puedan ser muy importantes.
  • Discriminación. Otras personas consideran que algunas causas tienen preponderancia debido a que creen que ayudar a ciertos individuos es más importante que ayudar a otros, aunque tengan intereses de igual peso. Sucede así cuando se discrimina a ciertos sujetos frente a otros. Ello pasa en el caso de las actitudes xenófobas o que no dan la misma consideración a los ciudadanos de diferentes países. También sucede en el caso de las actitudes sexistas. O en el de la desconsideración por los animales. O en el de la despreocupación por lo que les pasará a quienes vivan en el futuro. Esta posición será inaceptable para quien acepte la idea de la imparcialidad.

La búsqueda de una posición neutral es de enorme relevancia: la falta de neutralidad puede conducir a que el mundo sea bastante peor de lo que lo podría ser actuando de la manera más eficiente posible.

Diversidad entre causas

A la luz de lo que acabamos de ver, y del hecho de que podemos evaluar la prioridad de diferentes causas basándonos en la neutralidad entre ellas, podríamos pensar que todas las personas que quisiesen conseguir el mayor bien posible acabarían colaborando en una misma causa. No obstante, resulta erróneo concluir que ello es así, fundamentalmente por los dos motivos siguientes:

  1. Si una causa importante recibiese muchos apoyos, esto probablemente implicaría que otras causas que recibirían muy pocos apoyos pasarían a ser causas donde el empleo de recursos se volvería muy eficaz pues, generalmente, cuando una causa ya recibe muchos apoyos, las aportaciones nuevas que se hagan a ella tendrán menor peso. O sea, la desatención de una causa hace que ésta se vuelva más importante. Es necesario, por tanto, considerar siempre cuál va a ser nuestro impacto marginal, o sea nuestro impacto teniendo en cuenta que es lo que ha sucedido anteriormente.
  2. Diferentes personas pueden llegar a conclusiones distintas acerca de qué causas tienen más importancia. Aunque nos guiemos igualmente por un criterio de eficiencia, podemos tener diversidad de opiniones relativas a lo que implica su aplicación. La modestia epistémica lleva a concluir que la búsqueda de cuáles son las mejores opciones es una tarea en la que nos podemos equivocar, de forma que un enfoque prudente consiste en no descartar que quienes defienden causas de distinto tipo puedan tener razón. Esto tiene efectos positivos cuando conduce a la corrección de errores y puede, asimismo, servir para encontrar nuevos nichos de activismo. Además, hemos de tener en cuenta que sobre muchos otros puntos sí puede haber grandes acuerdos.

Esto último puede tener ciertos efectos positivos, debido a que lleva a que se puedan corregir errores. No obstante, debemos tener precaución para no incurrir en el prejuicio cognitivo llamado efecto de arrastre que nos lleva a asumir como correcto lo que la mayoría piensa. Por el contrario, debemos tener una actitud crítica y racional para pensar, sobre la base de las mejores evidencias disponibles, y reflexionando neutralmente, qué clase de iniciativas es más importante que apoyemos.

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