Un enfoque racional a la toma de decisiones

Tener el mejor impacto con nuestro trabajo significa conseguir que, con el mismo esfuerzo, consigamos solucionar más problemas de los que de lo contrario habría. En términos de reducción del sufrimiento, significa que con los mismos recursos logramos evitar una mayor cantidad de este.

Las decisiones que consiguen que logremos mejor aquello que buscamos, a la luz de la información que tenemos, son decisiones más racionales. El campo que se ocupa de estudiar esto en el plano de nuestras decisiones sobre cómo actuar es el de la racionalidad aplicada.

¿Cuándo podemos decir que alguien actúa de una forma racional? Cuando sus creencias, y el modo en el que actúa sobre la base de estas y de sus objetivos, van en línea con las razones válidas para tener tales creencias y formas de actuar. O sea, la racionalidad es la adecuación de nuestras creencias y acciones a razones válidas.

Hay dos sentidos en los que podemos hablar de racionalidad e irracionalidad, uno más concreto y uno más amplio:

  1. Según el sentido concreto, somos irracionales cuando suceden dos cosas. En primer lugar, tenemos ciertas creencias y fines, y sucede que, si razonásemos correctamente, tales creencias y fines nos deberían llevar a tomar ciertas decisiones. En segundo lugar, que no tomamos esas decisiones, sino otras que van en contra de las que implican nuestras creencias y objetivos.
  2. Según el sentido más amplio, somos irracionales cuando pasa lo que acabamos de ver. Pero también cuando tenemos creencias y fines que, sobre la base de la información de la que podemos disponer, no deberíamos tener.

Puede parecer un poco fuerte hablar de irracionalidad cuando no tomamos decisiones correctamente. Pero ser irracional supone, simplemente, no guiarnos por las razones que tenemos (según el sentido amplio de la irracionalidad), o que sabemos que tenemos (según el sentido estrecho de la irracionalidad). Si sabemos que actuando de un cierto modo no conseguiremos un cierto resultado pero, para lograr ese resultado actuamos de ese modo, estamos siendo irracionales.

Un ejemplo de un tipo de irracionalidad es el que se da por causa de prejuicios cognitivos, debido a que estos llevan a tomar decisiones no sobre la base de lo que es más racional, sino simplemente conforme a patrones de conducta seguidos de forma irreflexiva y acrítica.

A menudo tomamos decisiones irracionales, sea por prejuicios cognitivos o por otros factores, que nos llevan a error. Sin embargo, es posible evitar estos aprendiendo acerca de cómo se incurre en estas causas de error y de cuáles son los mejores modos de optar entre distintas opciones alternativas. Esto último es lo que hace el campo de estudio en ciencias sociales conocido como la teoría de la decisión racional.

Teoría de la decisión racional

Cuando optamos por alguna decisión intentamos que sus resultados sean los más adecuados posible para la consecución de nuestros objetivos. Hay muchas veces en las que esto es relativamente sencillo. Sin embargo, hay otros muchos casos en los que no es así.

Muchas veces ocurre que hay factores más allá de nuestro control. Como consecuencia, no podemos tener la seguridad de que nuestras acciones puedan tener un resultado preciso. Los factores que no controlamos pueden hacer que nuestras acciones tengan distintos efectos. Cuando esto sucede, hay dos tipos de casos posibles:

  1. En primer lugar, puede ser que conozcamos las probabilidades de que suceda una cosa u otra. En tales situaciones, no es seguro que si actuamos de un cierto modo vayan a suceder pero sabemos las probabilidades de que suceda cada opción, estamos ante lo que se conoce como decisiones en situación de riesgo.
  2. En otros casos, sin embargo, desconocemos también las probabilidades de que cada uno de los resultados que pueden tener nuestras decisiones. En estos casos hablamos de decisiones en situación de incertidumbre o incerteza. Muchas veces la incertidumbre es parcial: aunque no conocemos exactamente la probabilidad de que suceda algo, podemos hacernos una idea de lo probable o improbable que ello puede ser.

La teoría de la decisión racional nos proporciona un instrumento para tomar decisiones en situaciones de riesgo o incertidumbre. Lo hace indicándonos cómo hemos de actuar para que el resultado esperable de nuestras acciones sea el mejor posible.

Esto nos puede extrañar. ¿Por qué buscar el mejor resultado esperable, en lugar de simplemente el mejor resultado? La respuesta es muy sencilla. El hecho es que cuando nos enfrentamos a situaciones de riesgo o de incerteza no podemos saber cuál va a ser la opción que consiga los mejores resultados. Pero, aunque no conozcamos esto, sí que podemos examinar cuál va a ser la opción que es más probable que tenga los mejores resultados. Es por ello por lo que lo más racional consiste en elegir esta opción.

Cuando existe riesgo, esto podemos hacerlo simplemente multiplicando el valor que tiene la probabilidad que tiene cada una de los resultados posibles de cada acción por el valor esperable que le podemos asignar a tales resultados. Si luego sumamos los resultados que obtenemos así, llegamos al que podemos considerar el valor esperable de una cierta acción.

Por ejemplo, supongamos que tenemos una medicina escasa que podemos emplear para tratar a 10 personas de una enfermedad leve o para tratar a una persona de una enfermedad grave. Supongamos que podemos considerar que estamos en una situación de certeza acerca del éxito de la medicina con las enfermas leves. Lo que esto supone, hablando en rigor, es que hay una probabilidad de 1 (o sea, el 100%) a que la medicina funcione en su caso. Supongamos, sin embargo, que hay un riesgo de que funcione en el caso de la enfermedad grave. Consideramos que la probabilidad de que lo haga es de 0,5 (el 50%). Supongamos que asignamos un valor de 10 a curarse de la enfermedad leve (con lo que, al ser 10 personas, el valor total es de 100) y un valor de 300 a curarse de la leve. El cálculo de la decisión racional a seguir podría hacerse así:

Tratar la enfermedad leve: 1·100=100

Tratar la enfermedad grave: 0,5·0+0,5·300=150

Lo que esto indica es que tratar la enfermedad grave tiene un valor (150) mayor que tratar la leve (100). Siendo esto así, si todo lo demás permanece igual, lo más racional es tratar la enfermedad grave.

Este modelo de toma de decisiones es aplicable de manera semejante cuando las decisiones en cuestión son relativas a qué iniciativas pueden evitar más el sufrimiento en conjunto.

Decisiones en situación de riesgo e incertidumbre

En ocasiones no sabemos bien qué es lo que puede pasar si actuamos de una manera o de otra. Es en esto en lo que consiste el riesgo. Hay riesgo en una elección cuando no hay un solo resultado posible de cada acción que podamos decidir realizar.

No solo eso, en la mayor parte de los casos no solo hay un riesgo de que pueda suceder un cierto estado de cosas u otro, sino que, además, no conocemos cuál es ese riesgo. A esto se le llama incertidumbre.

Hay situaciones de riesgo en las que no hay incertidumbre. Por ejemplo, si tiramos una moneda al aire podemos considerar que hay una probabilidad de 0,5 (el 50%) de que salga cruz. Igualmente, podemos saber en otros casos que si actuamos de una determinada forma habrá una cierta probabilidad determinada de que suceda un cierto escenario, y otra probabilidad de que no sea así. En cambio, en las situaciones de incertidumbre desconocemos cuál es la probabilidad de que resulte un estado de cosas u otro como consecuencia de nuestra decisión.

A diario tenemos que tomar decisiones en tales situaciones de incertidumbre. No solo eso, puede también suceder que creamos que estamos tomando una decisión sabiendo las consecuencias que se siguen de cada opción, pero que, sin embargo, ello no sea así, y nos encontremos ante una situación que en realidad es de incerteza.

Ante esto, ¿cuál es el método que nos puede llevar a tomar las decisiones con más probabilidad de éxito en casos de incertidumbre?

Consiste en el siguiente: lo que podemos hacer es considerar toda la información que tenemos disponible y realizar una estimación de cuál es el valor que nos resulta más razonable asignar a esa probabilidad. Hecho esto, podemos pasar a realizar un cálculo de valor esperable de cada acción, tal y como indica la teoría de la decisión racional. De nuevo, podemos pensar que esta es una forma muy inexacta de tomar decisiones. Pero el hecho es que no tenemos ninguna otra mejor. Este es el método que, con la información que disponemos, tiene más potencial de tener éxito. Por ello, es el que prescribe la teoría de la decisión racional.

Procediendo del modo en el que nos indica la teoría de la decisión racional a la hora de elegir qué proyectos altruistas promover y apoyar, estaremos maximizando el impacto que pueden tener nuestros esfuerzos.

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